...La tarde se empezó a animar dentro de la pulpería en cuanto Pancho tomó una guitarra que le alcanzó el mulato Anastasio. Este descendiente de portugueses (su nombre significa Resurrección) era amistoso y respetuoso hasta que se le calentaba el pico de tanto darle a la ginebra. Ese día ya estaba cargoso y pendenciero. Por eso Pancho le dice:

- Por qué no dejás la bebida, te está haciendo mal.

- Lo he intentado don Pancho, pero a los dos o tres días vuelvo a las andadas.

- Vos querés curarte de verdad? si es así sentate en ese banquito que yo voy a hacer que Dios te ayude.

Así lo hizo el mulato y ya sentado en el banquito, Pancho coloca sus dos manos sobre la cabeza de Anastasio.

Conociendo el pulpero a don Pancho, se anticipa y arrima un vaso de agua a un costado del mostrador.

- Ahora te tomás este vaso de agua fría, y durante tres días cuando te levantás, te tomás un vaso de agua y le das las gracias a Dios.

Han pasado varios años de este suceso en la pulpería, a la sombra de una higuera en el patio de El Porvenir, está Pancho con dos amigos tomando unos mates, era un domingo por la tarde, día ventoso de finales de octubre, en medio de la charla les anticipa a sus compañeros que está por llegar alguien con buenas noticias...

La anécdota completa en el libro