Testimonios
Ahí tenés caballos frescos
Roberto Cano, un estanciero del partido de Rojas, hizo una visita a Pancho, rogándole hiciera algo por su madre gravemente enferma. El Maestro Sanador le dijo estas palabras: "Ahí tenés caballos frescos. Andá a tu casa, que tu madre no tiene nada. La que va a morir es tu hermana. Corré si querés verla con vida".
Con esta situación apremiante, Cano realiza el viaje de regreso y al llegar se encuentra con los últimos minutos de vida de su querida hermana, habiéndola dejado bien cuando partió en su viaje a la estancia en Carabelas.
Para completar el cuadro de su asombro, su madre había sanado a su llegada.
Historias del pasado
Recuerdo que mi madre contaba historias de su pasado, de sus afectos y una de ellas hacía referencia a la familia Sierra, conocida de mis abuelos y tíos a quienes unían vínculos de amistad, vecindad e ideologías políticas y religiosas.
Parientes directos de Pancho, en algunas reuniones o visitas, comentaban diversos hechos en la vida del milagrero, a pesar de que eran muy poco afectos hacerlos de interés público.
Hombre de bien, tenía como un "Sexto Sentido". Al respecto, recuerdo una anécdota que narraba mamá:
Era una tardecita en el campo, cuando llegó un paisano a caballo. Se bajó rengueando, como muy dolorido, se dirigió a Pancho pidiéndole que lo curara. Don Pancho lo miró y le dijo:
"yo no puedo curarte porque estás sano y solo querés burlarte".
El paisano, vacilante, se alejó.
Al salir, cuando fue a montar su caballo, se cayó y se lastimó mucho.
Entonces Pancho se acercó a él y le dijo: "Ahora sí voy a curarte: estás herido". ¿Cómo pudo adivinar así?...
Mi madre: María Luisa Santarelli de Magno.
Docente. Declarada "Ciudadana Distinguida"
por el Honorable Consejo Deliberante Municipal de Salto, el 02/02/1992.
El peón de Don Pancho
De apellido Arévalo era un peón que había trabajado con Pancho Sierra. Se encontraba trabajando en otro campo (en Coronel Isleño, estación dentro del partido de Salto) el dia 4 de diciembre de 1891, un escarabajo sobrevuela sobre su cabeza, inmediatamente llega a la casa del patrón, Don Pedro Indarte, y a los gritos de: ¡“Se muere Don Pancho”!, le solicita permiso para ausentarse y viajar a Carabelas con la urgencia del caso. A su llegada encuentra el velatorio de Pancho.
Este testimonio ha sido un misterio que se llevó Arévalo con su muerte.
Rico hacendado de 9 de Julio
En el año 1881 le diagnosticaron aneurisma de corazón. Examinado por algunos médicos de la Capital Buenos Aires, su diagnóstico fue que se trataba de una enfermedad incurable. Un amigo del enfermo, le cuenta que la noche anterior había soñado que si acudía a ver al Gaucho del Agua Fría, se curaría.
-“Que me va a curar –respondió Don Martín- si los médicos de Buenos Aires no lo han conseguido. Ese es un gaucho de Chiripá”. Negándose a ir hasta la estancia.
La enfermedad seguía su curso progresivo en forma alarmante; la debilidad de su organismo gradualmente se acentuaba, hasta llegar a sumirlo en un estado de postración casi absoluta. Imposibilitado de vertirse solo, ni tampoco levantarse de su lecho sin ayuda de alguien, padeciendo más dolor y angustia.
Pasadas tres a cuatro semanas, Justo Inlecheti ese vecino, le visita nuevamente, para decirle que había repetido el mismo sueño.
“Si a las buenas no lo consigo –exclamó Inlecheti- a la rastra lo llevaré”.
Baztarrica, con su esposa, decidió emprender el viaje en ese momento. Recostado en el interior de su carruaje, como si fuese su lecho, el enfermo antes de llegar a Chivilcoy sentíase invadido por esporádicas mejorías.
Hicieron noche en Chivilcoy, se hospedan en un hotel y sus acompañantes notaron una mejoría cuando por la mañana pudo levantarse sin ayuda alguna, vistiéndose solo y de muy buen ánimo para continuar el polvoriento trayecto que aún faltaba por recorrer. Tras el largo y fatigoso viaje, aún tenía fuerzas y no padecía síntomas de cansancio. A buen ritmo de marcha, parando solamente para dar resuello a los caballos, oportunidad que aprovechan para merendar y tomar un refresco los viajeros, sobre el anochecer arriban a la estancia “El Porvenir”.
Con estas escuetas palabras lo recibió Pancho Sierra:
-"¿Recién venís? Hace un mes que te llamé... A pie podrías haber llegado...”
En realidad un mes exactamente había transcurrido desde que su amigo Inlecheti tuvo su primer sueño.
...Continúa...
"Cuando tengas que elegir entre dos caminos pregúntale cuál de ellos tiene corazón. Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca".
Popol-Vuh.
María Teresa Superno
Investigadora de Campo
Saltonline
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